- casos clínicos,
- huesos,
- veterinaria
- - 29 abril 2020
El peligro de los huesos cocinados
Hoy os traemos el caso de Dolly, una perrita que accidentalmente ingirió unos huesos de pollo cocinado.
Ingresó en la clínica de urgencia, tras un par de días intentando defecar sin éxito, emitiendo en los múltiples intentos pequeños restos de materia fecal y sangre.
Realizamos radiografías y nos encontramos con una imagen compatible con un fecaloma que ocupaba la parte final del colon y el recto (imagen superior) y provocaba la acumulación de gas en las asas intestinales.
Lo primero que hicimos fue estabilizar a Dolly, con fluidoterapia y analgesia. Una vez controlado esto y con la paciente adecuadamente relajada, procedimos a la remoción manual del fecaloma que, en nuestro caso, fue suficiente para resolver el problema (en ocasiones se precisa cirugía). En la imagen inferior se puede apreciar que ya no está el bolo óseo y el acúmulo de gas es inexistente.
Secundarias a todo el cuadro Dolly sufrió una gastritis y colitis severas, las cuales ha superado con éxito tras unos días de hospitalización, en los que se portó como una campeona. 💪🏻
Fecaloma
💩: Los fecalomas son una acumulación de heces o arenilla de restos óseos (como es en este caso) que forma un bolo de material indigerible, que impide el flujo normal del tracto intestinal. Cuando llegan a la última porción del colon sufren una deshidratación, y los esfuerzos peristálticos continuos terminan modelando una bola casi esférica de mayor tamaño que el diámetro pelviano, que conducen a la imposibilidad de defecar.
Por ello, recordamos una vez más el peligro que supone dar huesos cocinados, en particular; y cualquier alimento inadecuado a la etapa y al animal, en general, a nuestras mascotas.
Por suerte esta vez, a pesar de todo, terminó bien y Dolly disfruta de su familia de nuevo 💚